Acaece sobre mi nombre que estoy muerto.
Muero por ti, por tu ser, por tu falta.
Tanta la muerte ondula mi sangre,
Que me detengo a pensar.
A recordar con nostalgia aquellos versos,
Aquellas caricias,
Aquella mano,
Eternamente tu mano,
Que me regalaste con la ternura del alma
Aquella tarde que nos conocimos.
Estoy loco por ti.
(¡Enloquece en mí!)
Me muero por ti.
(¡Muere en mí!)
Lloro por ti.
(¡Llora en mí!)
Dime algo ahora, que muero.
Si no, regálale estos versos a aquel que te quiera.
Lloro.
Lloro mucho.
Lloro tanto.
Lloro que lloro porque lloro,
Porque mi alma quiere llorar.
Me lleno de agua, mi alma difuminada al sol.
Mis pies se convierten en ríos,
Mis manos en paisajes azules.
Y soy libre.
Y el árbol se nutre de mi muerte,
Y me convierto en árbol.
Y se nutre el ave de mi fruto
Y me convierto en ave.
Y vuelo alto entre los azores
Y me cantan las alondras sus dulces trinos.
Y te gozas el ave
Y me convierto en ti
Y no quiero morir.
¡Poetas, dedíquenles estos versos a sus amadas!
¡Amadas, dedíquenles estos versos a sus poetas!
No se olviden de aquel que los ha amado,
Con la esperanza grande y el alma completa.
Y así, (me toca)
Pensando en ti, (el pensar en ti,)
Mirando hacia arriba (el mirarte a ti)
Imagino el sentimiento del ángel, (el creer en ti)
Cuando le dijo al Hijo del Hombre (Escucha de mi)
Que debía de morir en la cruz. ("Un te amo")
Inhalo (Un último verso…)
Y exhalo (“Y yo a ti.”)
Amén.
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